Se suponía que aquello debía ser el paraíso, ¿no es así? La sensación de poder tocar las nubes con los dedos, saltar hasta alcanzar ese punto que creías que nunca podrías tener frente a ti, mirar a tu alrededor y ver belleza, y más belleza preguntándote si realmente tú deberías formar parte de ella. Unas simples pinceladas de colores completamente hermosos con apenas matices de polvo que emborronan lo bello. Y era cierto, esa inmensidad de color azul donde los rallos de sol se quedaban reflejadados sobre él, como si de un espejo se tratase. Ahora solamente quedaba la parte en que asomabas tu rostro y realmente esa cuestión, ese interrogante de si realmente la que tendría que estar ahí eras tú, formaba parte de tu cabeza.
Pero sí, eras tú, eras tú la que merecía estar ahí por el mero hecho de haber logrado todo lo que te propusiste, por haber mantenido los ojos completamente abiertos cuando los demás al ver tu optimismo y esa devoción que te caracterizaba, solamente se preocupaban de crear mentiras, falsedades e hipocresías para que te vinieras abajo pero no, tú permaneciste firme, con tus ideas, con tu forma de pensar y no dejaste que nadie que chocase contra ti te destruyese. Fuiste una roca fuerte y firme, sí, por eso te mereces estar ahí.
Hay mil motivos por haber recibido ese premio que crees no merecer, soñaste, pero nunca dejaste que esos sueños se apoderasen de ti, viviste al límite y luchaste por todo lo que creíste correcto, fuiste capaz de mantener a un lado la realidad de todo lo que anhelabas tener, de lo que formaba parte de ti y renunciaste a todo aquello que creías demasiado por conservar a las personas a las que querías, disfrutarlas y valorarlas como cualquier otra persona sería incapaz de hacer.
Mantuviste la cabeza alta ante las mentiras, tuviste en cuenta su duda pero jamás dudaste de ti, conservaste a tu lado lo que querías como el regalo más preciado y lo tuviste a tu lado hasta el último de tus días, por eso estás ahí, por eso te mereces el paraíso como último viaje, como último lugar donde descansar y poder ser feliz.
Nunca borraste esa sonrisa, se la ofreciste a todo aquel que creías que la necesitaba y enseñaste a hacerlo, simplemente decías "Es sencillo, excesivamente fácil pero hay que hacerlo desde el corazón. Imaginaos que tenéis unos pequeños hilos a cada lado de vuestras comisuras, y de repente, alguien desde arriba tira de ellos, y entonces, lográis sonreír."
Tu regalo es bien merecido, poca gente lo logra, pero tu buen corazón te hizo ser quien nos ha hecho llorar tu pérdida, y quien nos ha dejado un hueco bien vacío en nuestros corazones, pero también quien nos ha hecho aprender que todo en esta vida vale la pena, que las metas y los sueños deben de ser luchados, con ímpetu, con ganas porque nadie lo hará ni lo logrará por ti. Hay que andar con la cabeza alta pero con humildad, con valor y con fuerza pero sin atropellar a nadie por lograr nuestros propios méritos. Ser quienes somos y nunca dudar de nuestras capacidades, ni dejar jamás que una sombra de alguien cubra la nuestra. No somos mejores, ni tampoco peores, solamente tenemos que ser capaces de fortaleces nuestras virtudes, y mejorar nuestros defectos, primero reconociéndolos, luego asimilándolos..
Y recuerdo lo último que dijiste antes de irte allí, a ese lugar que tanto añorabas ya " Esa nueva estrella que aparezca cada noche, seré yo, lloradme cuando algo os haya salido mal, os consolaré, reírme cuando estéis bien, os acompañaré, y cuando estéis perdidos nunca dudéis en que os voy a guiar. "
No hay comentarios:
Publicar un comentario